Aprovechando el tortazo que me metí el otro día y que estoy más aburrido que una ostra aquí en casa todo el día metido, por fin he sacado un poco de tiempo para poder recuperar todas las horas de grabación que tenía acumuladas del viaje que Olaiz y yo hicimos en el puente de diciembre a Marruecos.

Una vez que aterrizamos en Marrakech, después de mucho regatear (todo, absolutamente el precio todo se negocia en Marruecos), alquilamos un cochecito y nos dirigimos a la pequeña localidad de Imlil, situada en pleno corazón de las montañas, y desde donde se sube al Jbel Toubkal (4167m). Aquí nos alojamos en el "Dar Atlas", que no es más que la casa de Jamal y su familia, sin duda de las personas más acogedoras y amables que he conocido durante mi estancia en Marruecos. 100% recomendable si alguien está planeando este mismo viaje.

Al día siguiente y después de un copioso desayuno, partimos hacia el refugio Les Muflons a las faldas del Toubkal. Para mi sorpresa, y después de haber pasado tantas horas en la montaña, ¡¡esta es la primera vez que voy a dormir en un refugio!!

La aproximación al refu es bastante cómoda, y aunque larga, se hace muy amena dado el entorno natural en el que estamos. Existe la posibilidad de alquilar mulas; de hecho a lo largo de todo el recorrido nos ofrecen ese servicio, pero nosotros preferimos cargar con nuestras mochilas, como se ha hecho toda la vida.

Curiosamente existen dos refugios, uno al lado del otro. El de abajo se supone que es más moderno y cuenta con mayores prestaciones. No sabría decir, nosotros nos alojamos en el superior y la verdad que no echamos nada en falta. Es más coincidimos con un montón de gente, en especial con dos primos que vivían en Iruña, autores de un peculiar calendario en el que van retratando sus nalgas allí por donde viajan: EL CULONDARIO. Vaya cracks, un saludo desde aquí para ellos.

Al día siguiente madrugamos y comenzamos la ascensión propiamente dicha a la cima, para ser una montaña de esta altura y estar en la época que estamos no me pareció que hiciera excesivamente frío, de hecho, a medida que avanzaba el día la meteorología iba mejorando hasta regalarnos unas condiciones maravillosas en la cima y así poder disfrutar de unas vistas espectaculares de todo el Atlas.

Para el descenso, en vez de emplear la ruta normal por la que hemos subido, decidimos realizar una circular un poco más larga pero que nos permitirá hacer cima en otro pico situado un poco más al este, el Imouzzer de 4010m. Desde aquí ya descendemos del tirón hasta Imlil, no sin antes detenernos en Piedra Blanca a recuperar fuerzas con una tortilla y un té caliente.

Al día siguiente, ponemos rumbo a Tinerhir. A pesar de que no es mucha distancia, el viaje es bastante largo debido a las condiciones de las carreteras marroquíes. Paramos en Ourzazate a comer y continuamos hasta llegar a las gargantas del Todra, un paraíso de roca caliza: alucinante. Existen vías de hasta 300m de longitud pero en esta ocasión nosotros venimos a escalar deportiva.

Pasamos dos días muy a gusto escalando a vista y apretando en estas paredes de color rojo. Se trata de una caliza brutal, de una dureza y una adherencia impresionantes, sin duda un destino que ya ha quedado apuntado para regresar. Estamos en pleno diciembre y yo estoy escalando sin camiseta y en pantalón corto: esto es África.

Como recomendación para pernoctar sin duda alguna recomiendo "Maison d'Hotes Iriki," situado junto al famoso palmeral unos kilómetros antes de llegar a la garganta. Trato super cercano y cariñoso con esta familia que tan bien nos acogió; junto a Jamal del "Dar Atlas" las personas más amables con las que nos hemos cruzado.

Para terminar el viaje, pasamos día y medio en Marrakech con mi hermana y Sito, que escapando del frío invierno europeo decidieron venir unos días también a Marruecos. A ver... y esto ya es a título personal: venimos de estar en las montañas, alojados en las casas de la gente en pequeños pueblos, subiendo al monte, escalando en la más completa soledad en Todra... de repente entrar en Marrakech fue un completo caos. Motos adelantándote por un lado y por otro, calles llenas de turistas, mercados abarrotados y comerciantes que no paran de intentar venderte cualquier tipo de souvenir o de convencerte para que pases a cenar en su local. Sinceramente, me agobié un poco la verdad. No quiero decir que no merezca la pena, para nada, es otra cultura y no podría haberme ido de Marruecos sin visitar Marrakech, pero la mentalidad con la que iba quizás no fuera la más adecuada en ese momento.

Para resumir el viaje he intentando recoger más o menos todo en un corto vídeo, espero que os guste y si alguien planea un viaje parecido, que sirva de alguna manera para intentar guiarle. Para cualquier consulta ya sabéis, dejad un comentario y en la medida de lo posible trataré de ayudaros. ¡¡¡A seguir disfrutando de las montañas!!!