Este verano hemos fijado nuestro objetivo en la exploración de las montañas del Karakorum en Pakistán, concretamente en el desconocido Khane Valley. La expedición la formamos cuatro buenos amigos con sed de aventura: Ibon, Iztu, Ekaitz y yo.
Foto de equipo
Tras un largo viaje y varias conexiones aéreas, finalmente llegamos a Skardu. Después de realizar las compras y gestiones necesarias, nos dirigimos en 4x4 al pueblo de Khande en el que pasamos la noche en casa de Fida y en compañía de su acogedora familia. Varios de nosotros presentamos problemas estomacales, y yo personalmente tengo serias dudas de si al día siguiente seré capaz de realizar la aproximación hasta el Campo Base. La mañana siguiente madrugamos bastante y comenzamos a caminar desde la localidad de Khane; después de dos largos y calurosos días de aproximación finalmente establecemos nuestro Campo Base a 4500m.
Aproximando al Campo Base
A pesar de que el sitio nos pareció precioso, el valle resultó ser mucho más estrecho y expuesto de lo que nos esperábamos: las altas temperaturas provocaban constantes caídas de piedras por todas sus vertientes, resultando altamente peligroso el realizar aproximaciones y labores de exploración a la gran mayoría de las paredes y montañas. Pese a las opciones que ofrecía el entorno, costaba ver líneas naturales claras y objetivamente seguras. Además la meteorología parecía no estar de nuestro lado y las incesantes lluvias no permitían realizar actividades que implicaran estar más de una noche fuera del campamento base.
Campo Base en Khane Valley
Nuestro hogar durante el próximo mes
Un cielo estrellado en el Karakorum
Entre breves misiones de exploración, porteos de material e interminables esperas por el mal tiempo, pasamos muchos ratos jugando al ajedrez y a los dados, leyendo, viendo películas, tocando la guitarra y charlando entre nosotros.
Se me hace curioso pensar que vivimos en un mundo en el que todo parece desarrollarse a una velocidad extremadamente elevada; vivimos permanentemente conectados a Internet, a las redes sociales y a una realidad que difiere mucho de la calma que aquí se respira. A nivel personal, este tipo de experiencias me resultan altamente enriquecedoras; he aprendido a gestionar las frustraciones y las motivaciones, a desconectar del caos frenético del día a día y a conectar más conmigo mismo, con el entorno que me rodea y con la gente con la que convivo.
Largas esperas encerrados en las tiendas
Componiendo temazos
Partidas de ajedrez sobre un improvisado tablero
Durante una muy breve ventana de buen tiempo, el día 7 de julio Ibon y yo decidimos realizar un porteo de material hasta la base del Hidden Peak, una esbelta montaña de alrededor de 6000m que se encontraba al fondo del valle y que no había sido escalada nunca. Habíamos divisado una posible línea evidente que nos llevaría hasta su cima y queríamos poder ver de cerca las opciones que teníamos. Por otro lado, Ekaitz y Joseba decidieron acercarse a la zona formada por el Tangra Tower, el Trident Tower y el Agil Tower. El terreno no ofrecía demasiadas garantías, aunque en la Trident Tower encontraron un sistema de fisuras que parecía prometedor. Después de varios días de una meteorología pésima, el día 13 de julio consiguieron escalar y fijar alrededor de 200m de cuerda en la Trident Tower. Ibon y yo subimos a acompañarles a portear material y de paso también aprovechamos para aclimatar ya que la base de la pared se encontraba a unos 5200m.
Campamento debajo de Trident Tower
Después de unas semanas sin parar de llover en el Karakorum, finalmente se anunciaba un día y medio de buen tiempo. No era suficiente pero ya habíamos fijado nuestras miradas en el Hidden Peak.
Majestuoso e imponente
Tras mucho deliberar y ver como las condiciones de la nieve iban empeorando debido a a las lluvias y las altas temperaturas, el día 18 de julio finalmente decidimos intentar escalar la parte inferior de roca lo más alejados posible del amenazante serac colgante que no paraba de rugir día tras día.
Ibon, Joseba y yo conseguimos escalar a muy buen ritmo y pronto nos encontrábamos montando el Campo 1 en el collado al que denominamos como “Basque Camp”. Estas bellas montañas nos regalaron un atardecer inolvidable.
Abriendo el segundo largo
Iztu jumareando cargado con el mochilón
Una vez finalizado el muro de roca subimos caminando hasta el collado para montar el Campo 1
Cenando en la tienda y disfrutando de las últimas luces del día
Al día siguiente madrugamos y continuamos por una evidente rampa de hielo y nieve que en ningún momento superaba los 70º de inclinación. Sumidos en una densa niebla y con muy poca visibilidad, finalmente la tormenta nos atrapó y nos vimos obligados a abandonar nuestra empresa cuando apenas nos faltaban alrededor de 60-70m para alcanzar la cumbre. Rapelamos toda la canal completamente empapados y finalmente llegamos al refugio de nuestra pequeña tienda de campaña en la que el calor del hornillo frenó nuestras tiritonas.
Escalando por encima de 5700m
Colgados en una reunión intentando tomar la decisión de si continuar o retirarnos
Creo que todos nos quedamos con la misma sensación agridulce: contentos por los 1300m vía que habíamos conseguido abrir contra todo pronóstico, pero tristes por no poder pisar la ansiada cima del Hidden Peak. La bautizamos como: "Gogoaren Indarra".
Nos falto la guinda pero pudimos comernos todo el pastel.
En los días venideros, equipamos varias líneas cortas para poder escalar cerca del Campo Base y después de una semana completa sin que el tiempo nos diera ni un solo día de tregua, el río que atravesaba el campamento se desbordó y nos inundó por completo. Nos vimos obligados a desmontarlo y reubicarlo en lo alto de la morrena. Las noticias que nos llegaban vía satélite eran devastadoras: fuertes lluvias en todo Baltistán y se hablaba de derrumbes, puentes arrasados por las riadas y más de 200 personas muertas en los pueblos de los valles inferiores. Escalofriante.
El campamento completamente inundado
La mañana siguiente tuvimos que trasladarlo
Apurando los pocos días que nos quedaban, el día 27 de julio Ibon y yo decidimos quemar el último cartucho y realizar un desesperado intento por abrir la arista este del Ilford Peak. Después de pasar una noche horrible en mitad del glaciar intentando protegernos de los incesantes desprendimientos que nos rodeaban, al día siguiente nos dispusimos a atravesar todo el mar de seracs para alcanzar la arista. Sin terminar nunca de llegar a nuestro objetivo, nos encontrábamos escalando y rapelando seracs a cada cual más grande, vertical y expuesto que el anterior. Con todo el riesgo que esto supone, finalmente optamos por darnos media vuelta y retirarnos. Paralelamente, el día 28 de julio, Joseba y Ekaitz decidieron realizar otro intento a la Trident Tower. Las condiciones de la pared no eran las mejores, las cuerdas que habían dejado instaladas se encontraban mojadas y no consiguieron avanzar a la velocidad que les hubiera gustado. Esto sumado a la constante caída de piedras les hizo también abandonar.
Montamos la tienda en mitad de la nada para poder estar a resguardo de los derrumbes
Yo frente al Ilford Peak
Escalando perdidos en un laberinto de interminables seracs
Ekaitz escalando en las verticales fisuras del Trident Tower
Los días siguientes confirmaron nuestras impresiones y nuestras frustraciones: continuos desprendimientos en todas las paredes y canales del valle; la ya famosa Karakorum Song no paraba de sonar en todo momento y por fin el día 2 de agosto recogimos definitivamente el campamento y emprendimos el camino de vuelta. Con ayuda de los porteadores fuimos capaces de resolver varios pasos complicados en los ríos crecidos y desbordados. Casi todos los puentes de los valles habían sido arrastrados por los ríos, incluído un puente de hormigón de unos 15 metros de ancho en el pueblo de Khane. La fuerza de la naturaleza es espectacular.
Antes de volver a Skardu, realizamos el trekking de aproximación para poder visitar el Nangma Valley, situado al norte de Khane Valley. Mucho más amplio y con menor riesgo de desprendimientos, habrá que volver en un futuro para poder explorar más a fondo todas sus posibilidades.
Junto a una expedición italiana en Nangma
El Masherbrum se muestra en todo su esplendor durante nuestro regreso
Finalmente, una de vez de vuelta en Skardu pudimos disfrutar de una ducha caliente después de un mes en la montaña. Adelantamos el vuelo de vuelta para evitar quedar bloqueados por las fuertes lluvias y el día 5 de agosto volamos de nuevo a Islamabad, en el que pasamos unos días de calor sofocante antes de regresar a Barcelona, no sin retrasos y problemas con las conexiones.
En conclusión, y pese a que no hemos podido completar con éxito ninguno de nuestros objetivos principales, la expedición ha resultado ser un gran aprendizaje, sobre todo a nivel personal tal y como he comentado previamente. Visitamos un valle con gran potencial, pero la combinación de altas temperaturas y lluvias constantes provocaba continuos desprendimientos. Todo ello convirtió la estancia en un ejercicio constante de espera y paciencia. Además nos forzó a una retirada amarga pero prudente. Quién sabe si en algún momento nos surge la oportunidad para poder volver a finalizar las rutas que tan cerca nos han dejado de estas maravillosas cumbres.

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Pablo Katuoinekin
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Este blog intenta recopilar la mayoría de las actividades que realizamos en este medio que tanto amamos que es la montaña. En él podrás encontrar gran cantidad de croquis, así como vídeos y fotos de escalada y alpinismo.
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