El domingo volvimos a visitar un rincón único de la escalada en roca, los bolos de estas peculiares paredes son más que famosos en todo el mundo; por supuesto estamos refiriéndonos a los mallos de Riglos.
En esta ocasión Karlos, Urko y yo formamos cordada de tres para atacar una de sus más repetidas cimas: El Puro, una estrecha y estética aguja que sobresale a la izquierda del Pisón. La vía normal para llegar a la cumbre de El Puro no presenta mayores dificultades, estando los grados de todos de sus largos comprendidos entre el III y el 6b. No obstante, el plan es perfecto para nosotros, ayer tuvimos una intensa sesión alpina en el Pombie-Suzon al Midi y para la actividad de hoy buscamos algo más relajado y con 0 compromiso.
Croquis de la vía
Sin madrugar en exceso, desayunamos, preparamos el material y nos dirigimos a la base de El Puro, en la cara oeste del Pisón, junto al no tan famoso mallo Colilla.
La vía comienza por una especie de a ratos chimenea a ratos diedro ultrapulido, pero eso sí, con enorme bolos rigleros para disfrutar de la ascensión (V+). La verdad que basta con seguir las marcas de magnesio para no perderse.
Urko y yo recién desayunados, a punto de empezar
Comenzando la ascensión
Siguiendo por una fisura muy clara y evidente, realizamos el segundo largo (IV+).
Desde aquí superamos una sencilla pancita (nada que ver con la recias panzas rigleras) y continuamos andando hacia la derecha hasta llegar a la reu justo donde termina el cable que guía los rápeles de bajada. Será III o así.
Nos encontramos debajo de una especie de cueva por la que discurre el cuarto largo (6a), un desplome con buenos cantos y en forma de diedro de nuevo (la verdad que casi toda la vía se escala en oposición).
Yo dándole al 6a
Muy atentos asegurando a Urko
Desde esta reunión seguimos escalando completamente metidos en la chimenea que forma el Puro con el Pisón. Será IV+ o así, aunque a Urko le debió parecer 7a por lo menos, el bastón que llevaba en la mochila se le encajaba una y otra vez a cada paso que daba... jajajaja. Nosotros montamos la reunión en los dos primeros parabolts que encontramos, aunque en realidad es mejor seguir unos metritos más (II) hasta el final para llegar al collado en la que hay otra reunión más cómoda.
En la chimenea
Llegados a este punto salimos a la cara sur del Pisón y al fin el sol nos regala unos rayitos de calorcito (tampoco hace excesivo frío; venimos en manga corta desde abajo, pero siempre se agradece...). En las reseñas que hemos ojeado en el bar se supone que nos restan 3 largos más hasta arriba, pero para aligerar decidimos hacerlo tan solo en dos tiradas, una de 6a, empalmando dos largos hasta una R debajo de una panza y el 6b que da acceso a cumbre. Ambos largos son de un pasito, como no, de panza de nuevo.
Una vez finalizada la escalada, llega el mejor momento del día, el cual por el que a Urko casi le cuesta el caerse en un IV y haber tenido que aguantar el cachondeo de los Alpinistas de Videojuego... jaja, sacamos el bastón y nos autorretratamos en esta diminuta cima:
Selfie en El Puro, todo el mérito sin duda para Urko.
La bajada no tiene pérdida, se destrepa siguiendo el cable que hay hasta el descuelgue y desde aquí en 4 rápeles (y en travesía por el pasamanos de la parte de abajo) llegamos al suelo.
Como comentarios de la escalada, mencionar que la Normal a El Puro es una vía clásica entre las clásicas, casi obligatoria de apuntarse. Se encuentra equipada perfectamente con parabolts (de vez en cuando viejos clavitos y puentes de roca) por lo que no es necesario ningún tipo de material de autoprotección. Principalmente discurre por diedros y chimeneas, como se escalaba antiguamente de modo que es bastante fácil y evidente de leer (si no pues lo de siempre, seguir las manchas blancas). Si se va justo en el grado, se puede acerar sin problema ya que los seguros están bastante cercanos, y como no, la reuniones a cañón, con parabolts a prueba de bombas y argollas gigantes, vamos, que es una línea apta para todos los públicos.
En conclusión del fin de semana: las retiradas siempre son jodidas, pero hay veces en las que las condiciones de la montaña son demasiado adversas y no queda otra que marchar para abajo por mucho que pese. En esta ocasión el Midi nos ha mostrado su cara menos amigable y las lluvias de cascotes de hielo, piedras y avalanchas que nos hemos tragado nos han obligado a abandonar, no pasa nada, ¡volveremos y lo crujiremos!
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