La verdad que el plan inicial era ir a la Torre Arenera, pero birra en mano, en cuanto Karlos me propuso subir a Peña Vieja por el mítico Espolón de los Franceses no pude resistirme. Es una de esas líneas que había estado reservando para poder dormir a mitad de vía, de modo que emprendemos el viaje a Fuente Dé, subimos en El Cable y a eso de las 19:30 de la tarde y envueltos en una densa niebla, estamos en los primeros metros del Espolón de los Franceses en la cara sureste de Peña Vieja. 

Siguiendo el croquis de Adrados, hemos decidido escalar los 8 primeros largos hasta una pequeña terraza en la que tenemos pensado vivaquear. Como se trata de tiradas fáciles (II, III, IV) únicamente sacamos una de las cuerdas para ir más ligeros y poder subir todo el rato en ensamble.

Llegando a pie de vía

Yo trepando por los primeros largos

Karlos escalando

Karlos en el Espolón de los Franceses

Yo en mitad de la niebla

En algo más de hora y media estamos en la terraza a la que queríamos llegar; a pesar de que aún nos quedan unos 30 minutos de luz, la niebla nos reduce considerablemente la visibilidad, por lo que preparamos el terreno para pasar la noche:

Karlos haciéndose hueco para poder echar la esterilla

Yo hirviendo agua para la cena

"Liofilizándonos" con unos macarrones a la bolognesa

Yo en el saco

Sopla bastante viento y hace algo de frío, pero aún así la noche es brutal; un mar de nubes bajo nuestros pies y un cielo completamente estrellado hacen las delicias de cualquiera al que le atraiga la montaña y el ambiente alpino tanto como a nosotros.

Sin mucho madrugar, a la mañana siguiente poco a poco nos despertamos con las primeras luces del día. Desde nuestro vivac observamos como la cordada de la que ayer tan solo apreciábamos los frontales se está aproximando también al pie de vía para empezar a escalar. De nuevo calentamos agua para desayunar y recogemos todo el chiringuito para continuar con la ascensión que hemos dejado a medias.

Karlos en el saco

Mi cama

Sombra de la repisa en la que hemos pasado la noche

Karlos y yo listos para seguir

A excepción de este largo que nos toca ahora, el resto de ellos (según la reseña de Adrados) los vamos empalmando de dos en dos. Si bien es verdad que en los largos finales tuvimos un pequeño embarque en el que nos desviamos de la línea y tuvimos que escalar algunos tramos rotos y más bien expuestos, el resto de la vía es bastante obvia y no entraña mayor compromiso ni dificultad, ni en el grado ni en los emplazamientos para proteger (además hay bastantes clavos que van guiándonos).

Yo escalando con Andara en la espalda

Karlos llegando a la reu

Karlos terminando el que en nuestra opinión es el largo más bonito de la vía


Siempre cae algún selfie...

Yo posando junto a uno de los gendarmes

Una vez terminamos la parte más técnica, nos volvemos a encordar en ensamble con una única cuerda y emprendemos la ascensión de una canal rojiza (algún paso de II de vez en cuando) que nos lleva hasta una brecha en la cual hay que girar a la izquierda para enfilar la arista que muere en la punta de Peña Vieja. Qué ganas tenía de quitarme los gatos y calzarme las zapatillas, ya me estaban matando...

Sorteando algún que otro destrepe y después de un par de cortos rápeles, sin más demora continuamos cresteando hasta la cima de la montaña. Y aquí nos encontramos de nuevo, en el techo de Cantabria contemplando el Macizo Central de nuestros maravillosos Picos de Europa en todo su esplendor.

Cumbre a 2617 metros de altitud

La bajada la hicimos por su ruta normal, hasta la estación superior del Cable (que por cierto había unas colas indecentes...) y desde aquí por el caminito que surca las paredes de Fuente Dé hasta la furgo. Hamburguesaca + birra de rigor en Unquera con el dinero que nos ahorramos del teleférico y vuelta a casa.

Como resumen de la actividad cabe destacar que a pesar de tratarse de una vía que no entraña mayores dificultades en lo que al grado se refiere, sus 1000 metros de recorrido hacen que a muchas cordadas les pille la noche y se vean obligados a picar vivac si no se lleva un buen ritmo. Es por ello por lo que se hace importante saber leer bien la roca para no salirse del recorrido y no perder tiempo. La arista final, aunque fácil se hace larga. Nosotros sin embargo, como decidimos dormir en la misma pared no tuvimos ese problema, en total entre los dos días nos llevó algo más de 6 horas de escalada.